QUARESMA

TERCER  DIUMENGE  DE  QUARESMA:

 

3º DOMINGO DE CUARESMA (B)

8 de marzo 2015

 

Comentario a las lecturas

 

“Dichosos vuestros ojos que ven”, decía Jesús a los suyos, una dicha de la que tam­­bién nosotros participamos. Tan grande es la distancia entre el Antiguo tes­ta­men­to con sus diez mandamientos (1ª lectura) y el Evangelio de Jesús, que no­so­tros nos consideramos dichosos porque estamos en una relación con Dios muy su­perior. La distancia está entre un código de circulación, (así acabó siendo la ley de Moisés), y la ley del Espíritu que Jesús nos regala.

Allí, al pie del monte Sinaí, se cerraba el pacto entre Dios y el pueblo de Israel, con la obediencia del pueblo a la propuesta divina. Una obediencia que el pueblo no cumplió. Jesús, en cambio, nos introduce en otro mundo. El día de nuestro bau­tismo pisamos el umbral de la Casa de Dios. Crecemos en dignidad, la de hi­jos. Entramos en la casa de Dios, de la que Jesús es la puerta, por derecho propio. Juan 10, 7.

 Con nuestro Padre tratamos de la herencia. Nos adentramos y participamos de to­do lo que allí se trata, sobre todo de la mesa con el Pan y el Vino de la eu­caristía. En ella recibimos alimento para crecer en la fe, el amor y el compromiso.

La Cuaresma contra la corrupción  
El proyecto de Dios con su pueblo quedó frustrado por la idolatría que pre­sen­ta­ba dioses a su imagen y semejanza, manipulables y menos exigentes. Yahvé con los diez mandamientos le propuso vivir y organizarse desde la verdad, la justicia y la libertad. El garante de todos ellos era el mismo Dios que le sacó de la esclavitud de Egipto para ser su Dios. Pero la idolatría corrompió la relación del Israel con Ya­hvé; adoró otros dioses y con ellos se adhirió a otros valores distintos de los que Dios le propuso en el Sinaí. Se corrompió la verdad, con dioses falsos, la jus­ticia se vendió a otros intereses y la libertad ya no fue para todos. La propuesta del amor de Dios degeneró en un código de circulación: la Ley de Moisés.

También hay corrupción en la fe de muchos cristianos. El uso meramente socio­ló­gico del bautismo y el culto rutinario de la eucaristía, han suplantado en mu­chos casos el encuentro con Jesús resucitado, esencia de la fe cristiana, por el en­cuen­tro con la Iglesia, entendida como una religión sociológica. Nos urge volver a Jesús y buscarle con el ansia amorosa de María Magdalena, no como a un muer­to, sino como la historia de un Viviente.

 

Llorenç Tous

Un templo nuevo

Los cuatro evangelistas se hacen eco del gesto provocativo de Jesús expulsando del templo a «vendedores» de animales y «cambistas» de dinero. No puede soportar ver la casa de su Padre llena de gentes que viven del culto. A Dios no se le compra con «sacrificios».

Pero Juan, el último evangelista, añade un diálogo con los judíos en el que Jesús afirma de manera solemne que, tras la destrucción del templo, él «lo levantará en tres días». Nadie puede entender lo que dice. Por eso, el evangelista añade: «Jesús hablaba del templo de su cuerpo».

No olvidemos que Juan está escribiendo su evangelio cuando el templo de Jerusalén lleva veinte o treinta años destruido. Muchos judíos se sienten huérfanos. El templo era el corazón de su religión. ¿Cómo podrán sobrevivir sin la presencia de Dios en medio del pueblo?

El evangelista recuerda a los seguidores de Jesús que ellos no han de sentir nostalgia del viejo templo. Jesús, «destruido» por las autoridades religiosas, pero «resucitado» por el Padre, es el «nuevo templo». No es una metáfora atrevida. Es una realidad que ha de marcar para siempre la relación de los cristianos con Dios.

Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia. Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu.

En este nuevo templo que es Jesús, para adorar a Dios no bastan el incienso, las aclamaciones ni las liturgias solemnes. Los verdaderos adoradores son aquellos que viven ante Dios «en espíritu y en verdad». La verdadera adoración consiste en vivir con el «Espíritu» de Jesús en la «Verdad» del Evangelio. Sin esto, el culto es «adoración vacía».

Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos. En este templo no se hace discriminación alguna. No hay espacios diferentes para hombres y para mujeres. En Cristo ya «no hay varón y mujer». No hay razas elegidas ni pueblos excluidos. Los únicos preferidos son los necesitados de amor y de vida. Necesitamos iglesias y templos para celebrar a Jesús como Señor, pero él es nuestro verdadero templo.

José Antonio Pagola

3 Cuaresma – B
(Juan 2,13-25)

08 de marzo 2015

La  religió de Jesús o d’uns aprofitats egoistes? 3r Diumenge de Quaresma

 Josep Llunell

 

3r Diumenge de Quaresma. Cicle B

8 de març de 2015

Tots els evangelis es fan ressò d’un gest audaç i provocatiu de Jesús dins del recinte del Temple de Jerusalem. Probablement no va ser gaire espectacular.
– va atropellar un grup de venedors de coloms
– va bolcar les taules d’alguns canvistes i durant uns moments va interrompre llur activitat monetària. No va poder fer gran cosa més.
Però aquell gest carregat de força profètica va ser el que va desencadenar la seva detenció i ràpida execució.

Atacar el Temple era atacar el cor del poble jueu perquè era el centre de llur vida religiosa, social i política. El Temple era intocable. Allà hi habitava el Déu d’Israel.

Per Jesús, en canvi el Temple era el gran obstacle per acollir el Regne de Déu tal com Ell l’entenia i el proclamava.

El gest de Jesús posava en qüestió el sistema econòmic, polític i religiós sustentat des d’aquell lloc sant.

Què era aquell Temple? Era el signe del Regne de Déu o bé el símbol de la col·laboració amb Roma?

Què era aquell Temple? Casa d’oració o magatzem de negocis carregant l’esquena dels camperols?                                                                                         

Què era aquell Temple? Santuari del perdó de Déu o justificació legal de tota mena d’injustícies?

Aquell Temple era una cova de lladres.

 

Mentre a l’entorn de la casa de Déu s’acumulava riquesa, en els poblets miseriosos hi creixia la misèria dels pagesos explotats pels grans terratinents.

Déu, de cap manera, podia legitimar una religió com aquella.

El Déu dels pobles explotats no podia regnar des d’aquell Temple.

 

L’actuació de Jesús ens posa en guàrdia a tots els seus seguidors. I ens obliga a preguntar-nos, a interrogar-nos per la religió que estem cultivant en els nostres temples.

Si no està inspirada per Jesús, fàcilment es pot convertit en una manera falsament santa de tancar-nos al projecte de Déu que Jesús pretenia impulsar en el món.

Què és el primer?

El primer no és la religió, és el Regne de Déu.

Quina religió és la nostra?

Fa créixer la nostra compassió envers els que pateixen

o bé ens permet viure tranquils en el nostre benestar egoista?

Alimenta només els nostres propis interessos

o bé ens posa a treballar per un món més humà i més habitable?

 

Si la nostra religió s’assembla a la del Temple jueu no és la religió de Jesús sinó la d’uns aprofitats egoistes.

Quina és realment la nostra religió?

Quin és realment el nostre cristianisme?

 

Els cristians hem restaurat el que Jesús va intentar destruir.

Ara mereixen més respecte les esglésies edifici que no pas les persones.

I a les grans catedrals hi tornen a córrer els diners.

Això sí: amb unes litúrgies pomposes, observades al peu de la lletra del ritual, per més pesades i més insuportables que resultin. Dóna la impressió de què a Roma preocupa més el ritual que no pas l’Evangeli.

 

 

FILM   INTERESSANT   en   "cartalera"

 

La fe aterriza en las pantallas (II) "Calvary", no es fácil encontrar un hombre bueno

05.03.15 |
“Hasta el domingo”. No es una despedida cualquiera. Es la un hombre que ha sufrido abusos sexuales de niño durante años por parte de un sacerdote ya fallecido. Se despide así del padre Lavelle que le ha escuchado en el confesonario. “Matar a un sacerdote en domingo. Esa es una buena idea”. Ésta es la amenaza de venganza con la cual comienza esta mal llamada comedia dramática. Todavía quedan siete días.
En esta semana iremos conociendo a James Laville, soberbio Brendan Gleenson, un sacerdote viudo y con una hija adulta, Fiona (Kelly Reilly) que después de la muerte de su esposa ha decidido consagrar su vida a Dios intentado ayudar a la gente. Acompañaremos su duda interior ante la amenaza de muerte, entre la denuncia y la defensa, entre la huida y acudir a la cita en la playa. Por su vida irán desfilando las personas de su pueblo, sus feligreses. Un carnicero despechado por los engaños de su mujer, Verónica su esposa insatisfecha, un millonario solitario que quiere lavar su conciencia donando dinero a la iglesia, un escritor norteamericano expatriado que quiere suicidarse. También su compañero en la parroquia, el padre Leary, va torciendo su camino. Incluso su hija vive una crisis existencial que le ha llevado a la depresión. Éstos serán los compañeros entre los cuales el padre James tiene que tomar una decisión: acudir o no a esa extraña cita.


El irlandés John Michael McDonagh es el director y guionista de esta película que nos ofrece una de las mejores imágenes del sacerdocio en el cine contemporáneo. En Irlanda donde el escándalo de los abusos sexuales y de sus encubridores ha marcado la historia y la percepción de la fe y la iglesia, surge está película, en la que se da la cara ante el problema y sus consecuencias traumáticas en las víctimas. Pero que, a la vez, reivindica el sentido del ministerio presbiteral –a través de la referencia de un buen sacerdote- en un mundo que vive amenazado del mal y donde ya pocos creen en el perdón.
Más allá de las hagiografías simplistas al uso, descubrimos a un ser humano en su debilidad, en su cansancio e incluso en su ira. Pero sobre la que se levanta, la imagen de guerrero celta Brendan Gleeson viene al caso, un sacerdote sólido, profundamente creyente que intenta ayudar a su gente aunque todo esté rodeado de oscuridad. Humildemente, en el fracaso, digamos en la Pasión, se nos muestra a un buen sacerdote. Lleva la carga que nunca deseó, la dura carga del mal condensada en los abusos sexuales de menores pero que se extiende alrededor como fuego que arrasa.
Clavada esta cruz en el surco de un pequeño pueblo irlandés. La duda procede ante el sacrificio. ¿Tiene sentido dar la vida para luchar contra el mal, presente en la misma iglesia? ¿La vieja palabra expiación, desgastada y manipulada, tiene hoy vigencia mirando al Crucificado? ¿Cómo amar en medio del fracaso? Cuando a veces la única misión que apenas queda es no formar parte del mal. ¿Puede esperarse una luz que haga posible la reconciliación de tantas heridas?


Este nuevo “Diario de un cura rural” se pone a la par del mismo Robert Bresson y Georges Bernanos. En la estela de los grandes de la literatura Graham Green en “El poder y la gloria” o Flannery o’Connor “Un hombre bueno no es fácil de encontrar”. Incluso de los grandes del cine como el “Nazarín” de Luis Buñuel-Galdós. En medio del drama se presenta una imagen como figura: “Este es el hombre”.
Sin embargo, “Calvary” tiene una forma de abierta e incompleta de terminar. Dónde como en la parábola del hijo pródigo se le exige al “espect-actor” decir el final. Cuando humanamente resulta imposible decir “Todo es gracia”. No se la pierdan. No compren palomitas en este caso, mejor abróchense los cinturones de la conciencia. Pero vayan a verla.

 

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