TEMPS DURANT L’ANY

DIUMENGE   17º  del  TEMPS  ORDINARI:

La    solució no són els diners, sinó la solidaritat.

 Josep Llunell

 

Segons l’evangelista Marc, els deixebles es desentenen d’aquella gent necessitada i li diuen a Jesús dues paraules que posen en evidència la seva falta de solidaritat i el seu crescut individualisme clarament egoista. 
“Acomiadeu-los, que vagin als poblets i que es comprin el menjar.”

Què vol dir això?
–que la fam de la gent no és problema d’ells
–que cadascú s’espavili pel seu compte.

I, què respon Jesús?
Jesús els respon amb unes paraules realment sorprenents. Els diu: “Doneu-los menjar vosaltres mateixos.”
És a dir, no s’ha d’acomiadar ningú en aquestes condicions de necessitat real. 
És el grup de deixebles el que s’ha de preocupar d’aquesta gent necessitada.

La veritable solució no està en els diners, està en la solidaritat.
Amb diners, només menjaran els que tinguin la bossa plena.
Perquè mengin tots és absolutament necessari compartir el que hi ha. 
Davant les paraules de Jesús, el grup dels deixebles reacciona.

Un noi té cinc pans de civada i un parell de peixos. No és molt. Però, el que hi ha, està a disposició de tots. 
Jesús pronuncia l’acció de gràcies a Déu i els posa en una nova dimensió. Ja no pertanyen ni al noi ni als deixebles: són un regal de Déu.

Ningú té dret a acaparar mentre hi hagi algú que passi gana.
¿Hi ha en el món realitat més escandalosa i absurda que la fam i la misèria de tantes persones?
¿Hi ha realitat més injusta i més inhumana que la nostra glaçada indiferència?
¿Hi ha realitat més contrària a l’evangeli que desentendre’ns dels que moren de fam?

Si realment som solidaris, segur que compartirem.
Què compartim, nosaltres?

 

 

Nuestro gran pecado

El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.

Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque solo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».

La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿Hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿Se producirá algún día ese «milagro» de la solidaridad real entre todos?

Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.

Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.

José Antonio Pagola

17 Tiempo Ordinario – B
(Juan 6,1-15)

26 de julio 2015

 

 

 

 

 

 

Crucero de lujo en Gijón

Puesto que ninguna riqueza es inocente, tanta riqueza tuvo que haber dejado muchas víctimas por el camino y mucha explotación injusta de la Tierra.

Juan 6,1-15:


Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente dijo a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" (lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer). Felipe le conteste "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces, pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo". Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron, sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo le acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados; lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dijo a sus discí­pulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo", Jesús entonces, sabiendo que iban a lle­várselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña, él solo".

Querido Hermano Jesucristo:

Leyendo este Evangelio se me vienen la mente muchas cosas:

1ª.-Hoy no hace falta que vengas a la tierra a multiplicar los panes y los peces, pues ella es más que suficiente para alimentarnos de sobra a todos, si le dejamos y le ayudamos. De lo que sí tenemos mucha, muchísima, falta es de que multipliques nuestra justicia y nuestra generosidad para compartir los bienes de la tierra con todos, pero eso no es cosa tuya, es cosa nuestra, pues el año 2014 hemos tirado a la basura 1.400.000 toneladas de comida útil, y no ser como esos turistas que llegaron estos días a Gijón en un crucero-barco-residencia lujosísimo para el que aportaron desde 1 millón a 6 millones de € cada uno según el lujo del apartamento escogido, aparte entre mil y cuatro mil euros diarios por alquiler, y en el que permanecen una media de 4 meses al año, algunos incluso el año entero, aparte de contar con coche y chofer o autobús lanzadera al llegar a cada puerto para recorrer la ciudad correspondiente. Como ves, Jesús, unos pocos lo tienen todo, y todos los demás migajas o nada. Si ninguna riqueza es inocente, tanta riqueza tuvo que haber dejado muchas víctimas por el camino y mucha explotación injusta de la Tierra. No se dan cuenta que vamos todos en la misma nave espacial, que es nuestro planeta, donde ellos, que son el 1 %, viajan en primera, el 24 % en segunda, y el 75 % restante en la bodega. Si ellos, que tienen el dinero y el poder, siguen alimentando tanta desigualdad y tanta injusticia, pronto habrá rebelión en la bodega y nos estrellaremos todos, también ellos, pues este planeta, el más bello de todos los conocidos, no va a aguantar tanto mal que, ellos los primeros y sus multinacionales, le estamos causando en sus hijos y en sus bienes.

2ª.-Tu mandaste recoger los trozos que había sobrado para que nada se perdiera. También el año 2014 hemos tirado a la basura 1.600.000 Tn. de ropa. ¡Qué despilfarro mientras millones de personas mueren de frío o achicharradas de calor por no tener con qué protegerse! Tirar ropa o cominda a la basura es un crimen contra los seres humanos y la Madre Tierra.

3ª.-Este Evangelio también nos recuerda tu Eucaristía: Tu Eucaristía era sentarnos todos en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan. Pero ¡qué lejos estamos de eso! Unos llenos de lujos como esos turistas, y otros llenos de miseria; unos encima de la mesa, llena a rebosar de todo, y los demás debajo aplastados por ella y por ellos y sus multinacionales con falta de todo, principalmenten en el Tercer Mundo.

4ª.-Todos los millones de personas que asistimos en el mundo cada domingo a la Eucaristía, ¿cuándo nos haremos la misma pregunta que te hiciste tu: “con qué comparemos panes para que coman estos”? Tu sabías lo que ibas a hacer y nosotros hoy también sabemos lo que hay que hacer para quitar el hambre del mundo. Tu lo hiciste, pero nosotros no lo hacemos: estamos demasiado tranquilos, con la fe encerrada en las iglesias adornadas de retablos, imágenes, luces, flores, manteles, pinturas, ropas incluso lujosas…, incluso con algún clérigo madrileño blanqueando dinero en paraísos fiscales, pero no salimos a fuera a gritar contigo en los empobrecidos de la Tierra: “tengo hambre y no me das de comer, tengo frío y no me das vestido, estoy enfermo y no me atiendes, soy emigrante y no me acoges, estoy en la cárcel por culpa tuya y no vienes a verme”.

5ª.-“Había mucha hierba verde en aquel sitio”: esta Madre Tierra, a cuyos seres vivos nos une a todos una misma base genética que nos hace hermanos de todos los seres vivos, está enferma, tiene fiebre, está sedienta, carente de más vida, explotada por la contaminación, la deforestación, la desaparición de especies, el avance de los desiertos: somos sus hijos predilectos, los humanos, a los que tantos miles de años le costó producir, los que la estamos maltratando, dañando, hiriendo. Somos muy injustos con ella. Jesús, en tu primera Eucaristía nos diste tu mandamiento más importante: amarnos unos a otros. Que todos sintamos la necesidad de amarnos de verdad unos a otros, a todos y a todo, incluso a “los lirios o la hierba del campo que hoy es y mañana desaparece” (Lucas 12,27-28), para que en este mundo “todos y toda la creación tengamos cada vez más vida y vida en abundancia (Juan 10,10), hasta que lleguemos todos con toda la creación a la plenitud definitiva.

Un cordial abrazo a tod@s.-Fausino

 

 

 

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