TEMPS DURANT L’ANY

AVISOS 12-13 SETEMBRE

         A les col·lectes realitzades el passat cap  de setmana pel manteniment i obres de les nostres Parròquies recaptàrem 1.282’92 €. Moltes de gràcies!

        –   Dimarts dia 15 és la festa de la Mare de Déu dels Dolors, Titular de la Parròquia que porta aquest nom. Amb aquest motiu a les 20h.  hi haurà la missa solemne que, enguany, serà presidida per l’Arxiprest de Llevant i rector d’Artà, Mn. Joan Servera. Com de costum hi haurà el ball de l’Oferta i cantarà la coral. Al final compartirem els tradicionals bunyols.

         Estau convidats a participar-hi.

        ( Aquest dia no hi haurà missa a les altres Parròquies, a no ser en cas de funeral. )

         – Vos recomanam agafar el Full Lluerna, el primer d’aquest curs.

 

 

 PREGÀRIA:

Saviesa

Com podríem parar una mica la velocitat absurda de la nostra manera de viure? Fent bé el que estem fent… i dedicant una estona cada dia a la degustació espiritual en la presència de Déu. L’oració sobre la vida és la relació tranquil·la i amable del que hem viscut cada dia. És retornar-hi en serenitat, pau i ganes de viure intensament. Com aquell que no llegeix per anar passant planes, sinó que sap retornar al que el va impactar, ho rellegeix i fins hi reflexiona. Vivim un cop… val la pena d'intentar viure a fons…

Jesús Renau sj.

DIUMENGE   24º  del  Temps  Ordinari

 

 

Reconocer a Jesús el Cristo

El episodio ocupa un lugar central y decisivo en el relato de Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo conviviendo con Jesús. Ha llegado el momento en que se han de pronunciar con claridad. ¿A quién están siguiendo? ¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué captan en su vida, su mensaje y su proyecto?

Desde que se han unido a él, viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece el perdón de Dios a los pecadores. ¿Quién es este hombre en quien sienten tan presente y tan cercano a Dios como Amigo de la vida y del perdón?

Entre la gente que no ha convivido con él se corren toda clase de rumores, pero a Jesús le interesa la posición de sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No basta que entre ellos haya opiniones diferentes más o menos acertadas. Es fundamental que los que se han comprometido con su causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién mantendrá vivo su mensaje? ¿Qué será de su proyecto del reino de Dios? ¿En qué terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?

Pero la cuestión es vital también para sus discípulos. Les afecta radicalmente. No es posible seguir a Jesús de manera inconsciente y ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más hondura. Pedro, recogiendo las experiencias que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías».

La confesión de Pedro es todavía limitada. Los discípulos no conocen aún la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios. No pueden ni sospechar que será resucitado por el Padre como Hijo amado. No conocen experiencias que les permitan captar todo lo que se encierra en Jesús. Solo siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe creciente.

Para los cristianos es vital reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero, para conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Esta es la principal tarea que hemos de promover en los grupos y comunidades cristianas.

José Antonio Pagola

24 Tiempo Ordinario – B
(Marcos 8,27-35)

13 de septiembre 2015

 

 

Disposats a deixar la religió rutinària, avorrida, repetitiva, buida.

Diumenge XXIV de durant l’any

 per Josep Llunell

 

Qui dieu vosaltres que sóc jo? Pregunta Jesús als deixebles.
No sé exactament com podem contestar a aquesta pregunta de Jesús els cristians d’avui. 
A què ens pot ajudar Jesús?
A conèixer-nos millor. Perquè el seu evangeli fa pensar i ens obliga a plantejar-nos els interrogants més importants i decisius de la vida. 

La seva manera de sentir i de viure l’existència.
La seva manera de reaccionar davant del sofriment humà. 
La seva confiança indestructible en un Déu amic de la vida és el millor que ha donat a la història humana. 
Jesús ens pot ensenyar, sobretot, un estil nou de vida.

Qui s’apropa a Ell no se sent atret per una nova doctrina sinó convidat a viure d’una manera diferent
–viure més arrelat en la veritat
–viure amb un horitzó més gran, més digne, més esperançat. 

Jesús ens pot alliberar també de formes poc sanes de viure la religió
–fanatismes cecs i agressius
–desviacions legalistes
–pors i egoismes.

I pot introduir en la nostra existència
–l’alegria de viure
–la mirada compassiva envers els que pateixen
–la creativitat del que viu estimant.

Jesús ens pot redimir d’imatges de Déu malaltisses que s’arrosseguen des de lluny. 
Ens pot ensenyar a viure Déu com una Presència propera i amistosa, font inesgotable de vida i de tendresa. 
Deixar-se conduir per Jesús és trobar-se amb un Déu diferent, més gran i més humà que totes les nostres teories juntes.

Ara bé: Per a trobar-lo a un nivell més autèntic hem de rompre amb la nostra inèrcia, amb el nostre immobilisme
–hem de recuperar la llibertat interior
–hem d’estar disposats a néixer de bell nou, deixant la religió
rutinària
avorrida
repetitiva
buida de continguts.

Jesús pot ser el guaridor i llibertador de molts que viuen atrapats per la indiferència
–distrets per la vida moderna
–paralitzats per una religió rutinària
–o seduïts pel benestar material, però
sense nord
sense sud
sense veritat
i sense vida. 

Jesús és el nord veritable.
Jesús és la veritat que no enganya.
Jesús és la vida eterna.
Jesús és la Salvació plena i eterna.

Ho creiem nosaltres, això? 
Ho fem vida de la nostra vida?

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

                                                                     Francesc Ramis Darder

 

 

 

Cuando Jesús predicaba por las comarcas de Palestina, la situación social era difícil. El despotismo de Poncio Pilato oprimía a la población sin medida. Los descendientes del rei Herodes vivían en la opulencia mientras los habitantes del país sufrían la pobreza. Las malas cosechas y algún terremoto sumían la región en la miseria. La situación era tan adversa que los israelitas imploraban de Dios la llegada del Mesías. Según la tradición del Antiguo Testamento, el Mesías era el personaje enviado por Dios que pondría remedio a las penurias que entenebrecían el país.

 

    Ahora bien, el Mesías que suspiraba la gente no era el Mesías prometido en la Antigua Alianza. El Mesías que deseaba el pueblo tenía tres características claras. La gente quería un Mesías poderoso que, encabezando un ejército, expulsase a los romanos de Palestina. El pueblo deseaba un Mesías poseedor de una gran riqueza, capaz de resolver con la fuerza del dinero todos los problemas. Los israelitas esperaban un Mesías de apariencia deslumbrante; un Mesías orgulloso que dejase a la gente aturdida de espanto.

 

    Cuando el apóstol Pedro empezó a seguir a Jesús, tenía la misma idea del Mesías que el resto del pueblo. Embebido en la religiosidad popular, querría un Mesías poderoso, opulento y de aspecto deslumbrante. Un Mesías que, llegado del cielo, resolvería los males del mundo, sin que el ser humano tuviera que esforzarse lo más mínimo para edificar un mundo mejor. Como señalaba la carta de Santiago, Pedro “tenía una fe sin obras”; tan solo tenía una creencia en un falso Mesías que le permitía dar la espalda a la miseria del prójimo; desentendiéndose del compromiso que implica la fe, tenía, como dice Santiago, una fe muerta.

 

    Cuando Jesús percibe la ignorancia de Pedro, se acerca para explicarle de qué manera Él es el Mesías esperado. Como insinúa el evangelio que hemos leído, Jesús diría a Pedro: “Mira, yo soy el Mesías; pero no soy un Mesías como tú deseas: poderoso, opulento y deslumbrante.” Afinando lo que explica el Antiguo Testamento, Jesús dice a Pedro: “Yo soy el Mesías, pero lo soy con las características del Hijo del Hombre.” Notemos la importancia de la expresión: Jesús es el Mesías, pero lo es a la manera del Hijo del Hombre. ¿Qué quiere decir la locución Hijo del Hombre?

 

   Jesús no es un Mesías que se caracterice por el poder, sino por la actitud de servicio; dirá en el evangelio: “Yo no he venido a ser servido, sino a servir a los demás y entregar la vida por todos.” Jesús no es un Mesías que destaque por la riqueza, sino por la capacidad de compartir; el apóstol Pablo citaba un dicho de Jesús que recalcaba la decisión de compartir, decía: “Hay más alegría en dar que en recibir.” Jesús no es un Mesías de apariencia deslumbrante; nace en la humildad de la cueva de Belén y muere en el oprobio de la cruz. He aquí lo que es el Hijo del Hombre: el Hijo del Hombre es el Mesías que edifica un mundo nuevo; pero no lo hace con los criterios que el mundo descreído espera, sino con los criterios de la Biblia: la capacidad de servir, el ansia por compartir y la práctica de la humildad.

 

    Cuando el apóstol Pedro entienda que seguir el Evangelio no quiere decir solo creer en la existencia de una mano poderosa, sino que implica servir, compartir y ser humilde, comenzará a tener, como dice la carta de Santiago, una fe viva; una fe que siembra en el mundo la buena semilla del Reino de Dios que el Espíritu hace fructificar en el quehacer diario.

 

 

    Como todos sabemos, la fuerza humana no basta para vivir el Evangelio; para vivir el Evangelio necesitamos la fuerza que Dios nos da. En la Eucaristía, presencia de Dios entre nosotros, pidamos al Señor la gracia de una fe viva, una fe que transforme nuestra vida en presencia salvadora de Cristo entre la humanidad sedienta de paz y de concordia.            

 

 

 

 

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